La vida es agua, sin agua no hay vida. El hecho de que el agua constituya alrededor del 60% del peso corporal en los hombres y cerca del 50% en las mujeres prueba ampliamente su importancia para la vida humana. Gracias al agua nuestro organismo realiza funciones vitales como regular la temperatura corporal o transportar alimentos y gases.
Dado que el tejido graso o adiposo contiene escasa cantidad de agua, el porcentaje total de agua en el individuo obeso es inferior al que presenta el no obeso. La relación entre el peso corporal total del agua y el peso corporal libre de grasas, que se denomina peso magro, es bastante constante: en un adulto el peso total del agua representa alrededor del 72% de la masa magra corporal. Este espacio acuoso se distribuye en tres compartimentos: el agua de dentro de las células o espacio intracelular, el líquido intersticial (situado entre las células) y el líquido intravascular, que circula por dentro de los vasos sanguíneos. Como curiosidad hay que señalar que el líquido extracelular tiene una composición iónica similar a la del agua del mar, aunque más diluida. Estos tres compartimentos acuosos están en continuo intercambio para mantener un equilibrio correcto dentro del organismo.
No solo es esencial para nuestro organismo, si no que el agua es un aliado perfecto para hacernos sentir mejor, y ya se sabe, que lo que esta en el interior se refleja en nuestro exterior.
Bebiendo dos litros de agua al día, como mínimo, te sentirás mejor, eliminarás grasa y tu piel estará mucho más suave e hidratada. Cuanto más bebas, más se multiplican sus efectos beneficiosos sobre ti.
Sin embargo, hay momentos en los que beber agua, son mejores que otros. Debes evitar beber en medio de la comida, ya que, al mezclarse con los ácidos que segrega nuestro organismo para hacer la digestión, el agua hace que se asimilen peor los alimentos.
Para evitar estos efectos indeseados, bébela antes o un poco después de comer. No debes olvidar que si la bebes justo antes de las comidas, tendrás una falsa sensación de saciedad, con lo que con toda seguridad, te sentarás a la mesa, con menos apetito.
Bebiendo dos litros de agua al día, como mínimo, te sentirás mejor, eliminarás grasa y tu piel estará mucho más suave e hidratada. Cuanto más bebas, más se multiplican sus efectos beneficiosos sobre ti.
Sin embargo, hay momentos en los que beber agua, son mejores que otros. Debes evitar beber en medio de la comida, ya que, al mezclarse con los ácidos que segrega nuestro organismo para hacer la digestión, el agua hace que se asimilen peor los alimentos.
Para evitar estos efectos indeseados, bébela antes o un poco después de comer. No debes olvidar que si la bebes justo antes de las comidas, tendrás una falsa sensación de saciedad, con lo que con toda seguridad, te sentarás a la mesa, con menos apetito.
El Agua muy esencial
El agua es un alimento verdaderamente extraordinario y esencial para la vida: los alimentos y los gases se transportan en medio acuoso, los productos de desecho se expulsan del cuerpo mediante la orina y las heces, el agua regula nuestra temperatura, lubrica nuestras articulaciones y contribuye de forma decisiva a dar estructura y forma al cuerpo mediante la rigidez que proporciona a los tejidos, debido a que este preciado líquido no es comprimible. Además, una correcta hidratación contribuye a mantener la piel tersa y joven, ya que la deshidratación aguda o crónica provoca que la piel se arrugue y resquebraje con facilidad.
Requerimientos del líquido elemento
Un adulto sedentario, en un ambiente sin exceso de calor y humedad, requiere unos dos litros y medio de agua al día, que obtiene de tres fuentes: del líquido que ingiere (alrededor de 1200 ml), de los alimentos que consume (aproximadamente 1000 ml), y del que produce dentro del organismo como consecuencia del metabolismo, que equivale a cerca de 350 mililitros. Las frutas y vegetales son los alimentos que más agua contienen.
Aunque la pérdida de agua puede exceder a menudo al consumo, su contenido en el cuerpo permanece relativamente estable a lo largo del tiempo y, en caso de desequilibrio, una nueva ingesta de líquido permite ajustar en poco tiempo el nivel de agua que nuestro cuerpo precisa.
Cuando tenemos sed estamos deshidratados
Con el sol y el calor sudamos más y, consecuentemente, la pérdida de líquidos se incrementa. Si a esto se le añade que cuanto más liquido se pierde, más disminuye la capacidad del organismo para regular la temperatura, se entiende lo fundamental que resulta reponer ese agua. Pero no debemos esperar a sentir sed para tomar agua: la boca seca ya es síntoma de deshidratación, y el instinto de beber se pierde con la deshidratación progresiva. Por ello, no hay que confiar en la sed y conviene beber regularmente de 8 a 10 vasos a lo largo del día. Y cuanto más humedad, mayor cantidad de agua ingeriremos. Calor, humedad y ejercicio físico son las condiciones idóneas para que aparezca un cuadro de deshidratación. Una pérdida del 2% del agua corporal supone la pérdida del 20% de la energía física, el agotamiento se acelera con la pérdida de líquido y cuando se pierde el 20% del agua del organismo se eleva el riesgo de sufrir complicaciones graves.
Mitos y verdades sobre el agua
Muchas personas se preocupan porque piensan que retienen líquidos y no quieren beber agua. Pero una persona sana no retiene líquidos, el organismo se las arregla perfectamente para mantener el equilibrio y si hay exceso de líquido aumenta la eliminación por orina. Es lo contrario, el "defecto de líquido", lo que debe preocuparnos, ya que es más que probable que como consecuencia padezcamos estreñimiento y más problemas articulares y tendinosos, la piel parezca más arrugada y la orina la expulsemos más concentrada y densa, lo que favorece la formación de cálculos, arenillas y hasta infecciones urinarias. Sólo en caso de enfermedades renales, hepáticas, cardiacas o varices muy desarrolladas se puede, por indicación médica, disminuir la ingesta de líquidos.
Otro error frecuente es acudir a la sauna para bajar de peso. En la sauna perdemos única y exclusivamente líquido que hay que reponer de inmediato. Además, mediante ese líquido se pierden también electrolitos y sales que debemos reponer. Lo mejor para ello es el zumo de frutas, especialmente el de naranja.
No hay que tomar diuréticos para perder peso. Los diuréticos no se pueden ingerir sin la expresa indicación del médico, ya que provocan efectos secundarios que hay que controlar.
El agua no engorda: su exceso se elimina. Pero, además, ¿ha pensado que la ingerimos a 14 grados y la eliminamos a 37 grados y que esto supone que hemos utilizado mucha energía para calentarla? Cabe pensar, pues, que el agua no sólo no engorda, sino que adelgaza.
Los niños necesitan más consumir agua porque tienen cerca del 80% de agua en su organismo y necesitan reponerla con la pérdida diaria por sus actividades que realizan.
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