Según investigadores de la Brigham Young University, BYU, una buena forma de adelgazar puede ser dejar de lado las dietas hipocalóricas en favor de la 'alimentación intuitiva', basada en el control de la sensación de hambre, de la saciedad y del resto de factores que influyen en la ingesta. Cuándo, qué y cuánto comer dependen, en este caso, de lo que el organismo demanda. Según el estudio publicado en el 'American Journal of Health Education', la alimentación intuitiva se revela como un método eficaz para disminuir el índice de masa corporal (IMC) y el riesgo cardiovascular.
Intuición al comer
Intuición al comer
La premisa de la alimentación intuitiva es que, en vez de manipular lo que comemos en función de todo tipo de dietas, se debería aprender a reconocer lo que el organismo necesita y regular la alimentación según los mecanismos cerebrales de hambre y saciedad. El hambre es un impulso primario que aparece cuando nace la necesidad de comer. Su objetivo es obtener los nutrientes indispensables para el buen funcionamiento del organismo, que tiene sus mecanismos biológicos para regular este impulso.
El verdadero responsable del control de la ingesta es el hipotálamo. En esta estructura cerebral se encuentran el centro del hambre y el de la saciedad. En él se regula la sensación de hambre y se estimula o se inhibe la ingesta, dependiendo de las señales que reciben ambos centros del resto del cuerpo, relacionadas con la alimentación (niveles de glucosa, contracciones del estómago y nivel de lípidos).
Pero, además, existen otros factores que regulan el hambre y que influyen enormemente en el acto de comer, como son aspecto, olor y sabor de la comida, costumbres alimentarias aprendidas en la infancia, influencias sociales y factores emocionales como ansiedad, estrés o depresión. Según el equipo de investigadores coordinado por Steven Hawks de la Universidad de Brigham, una persona puede aprender a controlar su impulso y alimentarse correctamente sin tener que hacer dietas restrictivas. La base está en adquirir una nueva actitud y en aprender una nueva relación con la comida.
En primer lugar es imprescindible la aceptación del propio cuerpo y concienciarse de que hacer dietas hipocalóricas durante años, muchas de ellas dietas insanas, conlleva riesgos para la salud. Después se debe aprender a no comer por incentivos ambientales, sociales o emocionales y paralelamente aprender a interpretar las señales del propio organismo, discernir entre apetito o hambre y responder a ellos de una forma saludable. Una práctica en apariencia simple pero que requiere de su tiempo y su método.
Lic. Elena Piñeiro
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