
Un grupo de investigadores del Colegio de Medicina Albert Einsten, en Nueva York, ha descubierto un nuevo componente genético involucrado en la longevidad humana. Se trata del IGF-1, el factor de crecimiento insulínico tipo 1.
Los científicos estudiaron variaciones genéticas en familias judías de origen ashkenazi con miembros centenarios, y las compararon con estudios de otras familias ashkenazis sin antecedentes de longevidad. Al comparar los dos grupos, descubrieron que los centenarios y sus descendientes eran más proclives a tener una variedad de mutaciones en el receptor del gen IGF-1.
Estas mutaciones en el receptor , relacionadas con la longevidad, estaban más presentes en las mujeres que en los varones. Las féminas ashkenazi centenarias tenían más niveles de la proteína IGF-1 y una estatura menor (medían 2,5 centímetros menos de media).

IGF-1 es una proteína liberada por muchos tejidos del organismo y afecta a casi todas las células del cuerpo. Los principales órganos sintetizadores son la placenta, el corazón, el pulmón, el riñón, el hígado el páncreas, el bazo, el intestino, los testículos, los ovarios y la médula ósea. Los seres humanos producen aproximadamente 30 miligramos de IGF-1 al día hasta los 30 años, y desde ese momento la producción decrece con la edad.
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