martes, 26 de febrero de 2008

Mitos sobre la prevención de las enfermedades

Hace mucho tiempo vengo escuchando frases como “abrígate bien”, “no salgas con el cuerpo caliente”, “no te bañes con agua fría” o por último “si estás enfermo hijito, mejor no te bañes”. Incluso resulta frecuente que muchos padres me pregunten en la consulta si los pueden bañar con fiebre. ¡Claro! - les digo a manera de broma- pero en vez de bañarlos con fiebre, báñelos con agüita que eso no enferma a nadie, por el contrario, los ayuda a sentirse mejor, más frescos y cómodos.

Lo que sucede es que a veces nos resulta más cómodo y práctico aplicar lo que nuestros padres y/o antepasados transmitieron de generación en generación con respecto al cuidado de los enfermos, y honestamente casi el 100% de lo que se nos a dicho carece siquiera de veracidad y más aún de rigor médico científico. Muchos de esos conceptos probablemente fueron acuñados varias centurias atrás y hasta hoy la comunidad no los descarta de su disco duro.

Y si tenemos fiebre?

Desde que tengo uso de razón he escuchado por todas partes que la mayoría de la gente piensa que la fiebre (incremento de la temperatura corporal por encima de los 38° centígrados) es peligrosa para la salud y puede llegar a atacar el cerebro, dañar las neuronas, hacernos convulsionar, producir meningitis o dejarnos estériles, y la verdad es que todas esas creencias están completamente equivocadas. En el 90% de los casos no es algo a lo que se le deba temer.

La fiebre se ha convertido en un noble síntoma que nos avisa que estamos enfermos e incluso actúa como agente protector frente a la agresión microbiana. A temperaturas elevadas, nuestras defensas se activan más rápido y se vuelven más eficientes en su accionar, ya que a más de 38° centígrados es muy difícil que los microbios puedan sobrevivir.


Dr. José Recoba

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