
A pesar de que los hombres tienen mayores niveles de testosterona, también las mujeres segregan esta hormona, aunque en menor medida. Los bajos niveles de testosterona se asocian a una disminución del deseo sexual con reducción de los pensamientos y la excitación. Las mujeres con menopausia quirúrgica reducen sus niveles de testosterona a la mitad. Gracias al parche, que libera esta hormona a través de la piel, se consiguen concentraciones similares a las que mantenía antes de la intervención. A pesar que a este tratamiento se le ha llamado la 'Viagra femenina', las diferencias con ésta son notorias.
Diferencias
En primer lugar, y a diferencia de los parches transdérmicos, el Viagra no actúa sobre el deseo sino sobre el mecanismo de la erección, facilitando el efecto local de llenado de los cuerpos cavernosos del pene. La composición también es muy distinta; mientras los parches contienen precisamente testosterona, el fármaco formulado en el Viagra es el sildenafilo, un compuesto con propiedades vasodilatadoras que actúa sobre el óxido nítrico. El nuevo tratamiento hormonal está bien tolerado aunque hasta en el 30% de los casos pueden aparecer, en el lugar de aplicación, reacciones cutáneas por hipesensiblidad como eritema o edema local que, en la mayoría de los casos, no conllevan la retirada del parche.
Por otro lado, también es posible que aparezcan efectos adversos androgénicos como acné, hirsutismo o pérdida de pelo. Pese a que todavía no se han obtenido resultados sobre la seguridad de este tratamiento a largo plazo, cabe esperar que en un futuro aparezcan estudios sobre sus efectos en la incidencia del cáncer de mama o sobre posibles efectos metabólicos y cardiovasculares. Por el momento, el tratamiento está contraindicado en mujeres con cáncer de mama, o que lo hayan padecido, así como en otros tumores dependientes de estrógenos.

Deseo sexual hipoactivo
Diez de cada cien mujeres desarrollan disfunciones sexuales cuando se acercan a la menopausia. Un informe elaborado a partir de más de 6.000 entrevistas evidencia que entre el 9% y el 11% de las mujeres que se acercan a la menopausia desarrollan un trastorno del deseo sexual, el 9% tiene problemas para conseguir el orgasmo, y entre el 7 y el 10% padece un trastorno de la excitación sexual. Una de las disfunciones sexuales más frecuentes es el denominado Trastorno del Deseo Sexual Hipoactivo o Inhibido (TDSH) que, según el estudio, afecta al 6,6% de la población femenina española.
Una disfunción sexual se define como la alteración de una o más fases de la respuesta sexual, impidiendo la realización satisfactoria de las relaciones. Aproximadamente una de cada tres personas y una de cada dos parejas presenta algún tipo de disfunción sexual. El trastorno que altera el deseo (TDSH) puede afectar a ambos sexos y consiste en la disminución o ausencia de fantasías sexuales o del deseo de actividad sexual de forma persistente o recurrente.
El deseo y la respuesta sexual en el ser humano son procesos complejos, que involucran estímulos y reacciones cerebrales y mecánicas. El deseo varía según las épocas y las experiencias vitales; puede disminuir en situaciones de estrés y fatiga crónica y aumenta cuando se tiene una oportunidad sexual excitante. De la misma manera, cuando por algún motivo no se estimula la actividad sexual, generalmente, el deseo puede disminuir.
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