Bajo el lema Desayuna y aprueba... Prueba a desayunar, la campaña estrenará curso este año en 67 colegios de toda España, para lo cual cuenta ya con el apoyo de 1.775 profesores de educación infantil y primaria. Se prevé que incida en 55.000 niños de entre 3 y 12 años. Estudios científicos confirman la gran importancia del desayuno para mantener una alimentación sana y equilibrada en la edad adulta y, más aún, en las etapas de crecimiento. Por este motivo, el Ministerio de Sanidad y Consumo estima necesario poner en marcha campañas y programas de concienciación social para intentar educar tanto a padres como a hijos sobre la forma correcta de desayunar.
Apoyando esta campaña institucional, los profesionales de las escuelas subrayan que es fundamental que los niños desayunen bien, en casa o en el mismo centro escolar. Se trata de adquirir un hábito como pueda ser el de la siesta postprandial o la limpieza de manos y dientes. Reconocen que los niños que no desayunan, fundamentalmente por falta de apetito, se manifiestan más cansados en el colegio, acusan una mayor sensación de sueño y dificultad para mantener la atención en horas de clase.
Por su parte, los nutricionistas hacen hincapié en que muchos de estos niños se levantan diariamente a las siete y, hasta que comen entre las doce y la una, pasan demasiadas horas en las cuales se produce un desgaste importante de energía y sin reponer nutrientes.
Ana Requejo, catedrática de nutrición en la Universidad Complutense de Madrid, explica que, por lo general y en un periodo de 24 horas, el espacio de tiempo en el que los niños carecen de un suplemento externo de energía y nutrientes se sitúa entre la cena y el desayuno de la mañana siguiente.
«Cuando el ayuno se prolonga con la omisión del desayuno, el descenso gradual de los niveles de insulina y glucosa, entre otros cambios metabólicos, puede originar una respuesta de fatiga que interfiera en diferentes aspectos de la función cognitiva del niño como puedan ser la atención o la memoria». Añade que si este ayuno se produce con demasiada frecuencia, los cambios metabólicos anteriormente citados podrían pasar a ser frecuentes, «lo que provocaría unos efectos acumulativos adversos en el organismo que pondrían en peligro el progreso escolar del niño». Requejo insiste en que la omisión del desayuno puede afectar a los niños en su actividad diaria, mientras que la ingestión de un desayuno con el contenido calórico y nutricional adecuado redundará siempre en un mejor rendimiento escolar. «Por este motivo, si conseguimos, padres, profesores y especialistas, crear un hábito alimentario en los niños, beneficiaremos a nuestros hijos para toda la vida».
Fuente:
· Autor: JORDI MONTANER / España
· Fecha de publicación: 18 de septiembre de 2007
http://www.consumer.es/
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